Paco Durrio
Viviendo París
Francisco Durrio (1868-1940) fue un bilbaíno, de ascendencia francesa, nacido en Valladolid. La paradoja, que comenta la autora con una buena dosis de ironía, fue posible pues “afincado durante más de 52 años en París, siempre mantuvo un estrecho vínculo con Bilbao, por su familia en primera instancia y por el fuerte arraigo, además, que sentía por la que consideraba su ciudad natal”.
Creador prolífico, Durrio es, sin embargo, un artista complejo, no demasiado conocido- sálvese, en parte, su monumento a Arriaga-, cuya vida se desarrolló en un ámbito de misterio y hasta cierto punto enigmático. Aunque ejerció diversas disciplinas, destacan por su interés las referidas a la escultura, cerámica y orfebrería.
Vivió con intensidad la aventura parisiense, acompañado de Paul Gauguin, gran amigo y confidente, la otra de sus devociones junto a la de Picasso. Del primero adquiriría, como advierte María Amézaga, “su sentido de lo decorativo, la belleza formal, y ese gusto por lo oriental que aparece en sus cerámicas y joyas”.
Aquel hombre de estatura no muy aventajada, de intensos y magnéticos ojos azules, se negó a sacrificar parte de su ideal rehusando seguir las modas y tendencias más demandadas, “una actitud íntegra pero nefasta al mismo tiempo para hacer fortuna”.
Dispónganse ya a descubrir el mundo de este “bilbaíno recuperado”, educado, afable, cariñoso, divertido y acogedor. Nada menos que todo un artista, cuya apasionante biografía obra ya en sus manos. Que la disfruten.
Carlos Bacigalupe
Director de la colección
Articulo sobre el libro publicado en el periódico Bilbao: durrio